El Ala Oeste de la Moncloa: La discriminación positiva

lunes, 27 de febrero de 2017

La discriminación positiva

UNA SOLUCIÓN DEL SIGLO XX O UN PROBLEMA DEL SIGLO XXI

A diferencia de artículos que vienen a hacer una crítica constructiva o destructiva, este artículo es una reflexión un poco inconcluyente sobre la fina línea entre la diferenciación y la discriminación. He intentado plantear el asunto de la manera más objetiva, sin intención de ofender a nadie. Pido disculpas de antemano a la Presidenta Cifuentes por poner su ejemplo, siendo una práctica común en occidente, pero todo se entiende mejor con un caso real.

El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere, intus (“entre”) y legere (“escoger”). Saber escoger podría ser una forma adecuada de definir la inteligencia. Para saber escoger hace falta saber analizar, asociar y relacionar.

Por lo tanto, parece natural e inteligente que cuando se detecta una necesidad en la sociedad se analicen las circunstancias que la causan y el colectivo que sufre dicha situación. La vida lleva nombre y apellidos, poner nombres y apellidos no es discriminar, discriminar es actuar de forma diferente en función de ese nombre y esos apellidos.

Existen dos motivos por los que trato este tema, el primero es porque la discriminación positiva es uno de los factores que ha motivado el auge de los radicalismos en el mundo occidental. El otro motivo, casi accidental, se debe a una noticia sobre las medidas de integración para la población gitana que esta aplicando Comunidad de Madrid, Plan de inclusión social de la población gitana de la Comunidad de Madrid 2017 – 2021.

Alfred Dehodencq: Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar, delante del pabellón de Carlos V.
No quiero ir al debate sobre si después de 5 siglos existe alguna responsabilidad por parte de los madrileños sobre la integración de dicho colectivo, también madrileños, sería un debate complejo debido a la larga duración de esta circunstancia. Pero me veo obligado a analizar la siguiente frase de la Presidente Cristina Cifuentes: “Podemos afirmar que es un Plan elaborado con esta población, con sus asociaciones, con su voz y sus ideas. Una propuesta de trabajo realizada con las personas gitanas, para las personas gitanas.”

No siento ningún rechazo por ningún colectivo debido a su origen, estoy convencido de que la Sr. Cifuentes tampoco. Pero la realidad es que tras esas declaraciones los madrileños no son un colectivo igual, si no que ante el Estado hay nombres y apellidos.

La discriminación positiva conlleva siempre un revanchismo de discriminación negativa, si la Administración no es capaz de definir las ayudas de manera genérica, sin nombres y apellidos, cabe plantearse si es porque existe una población con necesidades similares a la cual no se quiere ayudar, o si bien es que la discriminación resulta necesaria para alcanzar determinados objetivos sociales.

Estoy seguro de que no hay una intención xenófoba de ningún tipo en el Plan de inclusión social de la población gitana, se deberá a una estrategia electoral o bien se querrá contentar a una serie de asociaciones en concreto.

Igual que este ejemplo hay muchos otros, considero que la lucha contra la discriminación debe ser liderada por el Estado, debe predicar con el ejemplo. Si el Estado no es capaz de evitar realizar actuaciones discriminatorias, ¿con qué autoridad ética puede exigir a la población que no realice discriminación alguna?

Jorge Gancedo

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