OTRO AÑO MÁS, EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
TRABAJADORA LLEGA ACOMPAÑADO DE DESIGUALDADES
LABORALES QUE AÚN NO HEMOS LOGRADO ERRADICAR
LABORALES QUE AÚN NO HEMOS LOGRADO ERRADICAR
Tras el último informe
de UGT publicado el pasado lunes hemos podido conocer un dato que quizás no
nos sorprenda demasiado: la brecha
salarial se encuentra ahora en un 23,25%. No pretendo hoy cuestionar la
precisión de esta cifra; creo que lo verdaderamente relevante no es que sea un 10
o un 20% sino más bien que en el año 2017, en
pleno siglo XXI, nos encontremos en esta situación de injusticia y
desigualdad cuyo origen se encuentra únicamente en motivos de género.
Cuando pensamos en las mujeres de los años
20, reivindicando la igualdad jurídica, da la sensación de que hablamos de algo
que ocurrió hace siglos, de situaciones que hoy están absolutamente
erradicadas. Nada más lejos de la
realidad: la sociedad que muchas veces es denominada como la más tolerante,
la más evolucionada y la más justa de la historia no es capaz siquiera de
conseguir algo tan básico como que un hombre y una mujer, haciendo un mismo
trabajo, ganen lo mismo. Suena a tópico pero no podemos dejar de denunciarlo
hasta que no se ataje la situación; hasta
que la cifra sea cero.
Lola, con dieciocho años, comienza su
andadura en la universidad, donde estudia una carrera que es considerada “de
hombres”. Pero no pasa nada; a ella le apasiona y ha cumplido con los
requisitos para estar allí como todos los demás. Termina con un gran expediente
y decide mandar solicitudes a distintas empresas; en general no tiene problemas
para conseguir unas prácticas, un contrato temporal… Pero después de varios
años la situación cambia. Lola oye
hablar de una vacante para acceder a un puesto de dirección. Como todos, tiene
que pasar por las distintas pruebas y llega hasta la final: la entrevista.
Piensa que está casi todo hecho; muchos no han logrado alcanzar esa última fase
y se han quedado por el camino. El momento crucial llega cuando, después de
comentar que se casa en un par de meses, escucha esta pregunta: “Bueno, Lola, entonces,
¿entiendo
que pretenderás tener hijos?”. Y Lola no sabe si los tendrá pronto o tarde,
pero sí, pretende tenerlos. ¿Es eso un
problema?
Con un poco de conciencia social y sentido
común podemos caer en la cuenta de que no; precisamente deberíamos fomentarlo. Oímos
hablar constantemente del negro futuro
de las pensiones, de que deberemos retrasar
la edad de jubilación, de la insostenibilidad del sistema. Y, ¿por qué?
Porque el ratio
cotizante-pensionista está actualmente en 2,3 trabajadores por jubilado y
esto con tendencia a la baja. Evidentemente reducir la compleja situación del
sistema de pensiones a los bajos niveles de natalidad es una simplificación
ridícula pero desde luego por algo hay
que empezar. Quizás sería mejor no poner datos personales en el CV, pero
realmente es triste pensar que hemos de mentir para ser contratadas sólo por
ser jóvenes y ser mujeres.
Marissa Mayer es CEO de Yahoo y madre de 3 hijos. El mejor ejemplo de que es posible conciliar familia y trabajo. |
Continuando con la historia de Lola, si al
final consigue el trabajo, se encuentra con un nuevo problema: cobra menos que su compañero, en el
mismo puesto y con los mismos años de experiencia. ¿Por qué? Porque es mujer;
porque se da por hecho que va a faltar al trabajo, porque se asume que llevará
ella al médico a los niños que pueda tener y que atenderá a sus padres, porque
se entiende que se va a comprometer menos ya que la empresa nunca llegará a ser
su prioridad. Tenemos que darnos cuenta de una cosa: muchas mujeres están tan comprometidas con su trabajo como los hombres
y muchos hombres están tan comprometidos con su familia como las mujeres. Y
decir lo contrario, en uno u otro sentido, es sexista.
Podría
denunciar a la empresa pero sería un proceso duro
que probablemente no mereciera la pena: el trabajo sería más desagradable y
además las sanciones a las que
tendría que hacer frente la compañía no serían lo suficientemente grandes como
para que les compensase dejar de hacerlo. Podríamos aquí tomar ejemplo de las políticas
medioambientales: las consecuencias de contaminar e incumplir las
normativas son tan graves que a las empresas no les es rentable infringir el
ordenamiento. Quizás deberíamos plantearnos esta cuestión para lograr la
igualdad en el ámbito laboral.
Pasan los años y finalmente tiene su
primer hijo; todos la felicitan pero la miran con el mismo recelo que aquel día
en el que le hicieron la pregunta en la entrevista. Tocará intentar conciliar ambas cosas; no será fácil pero afortunadamente
ella es capaz de manejarlo. Consigue resultados excelentes, como los que ya
acostumbraba. Eso sí, si por algún motivo en su hogar se necesitase que alguno
de los dos cónyuges redujera su jornada laboral, no habría duda de quién sería:
ella. En los países nórdicos suele
reducir su jornada aquel progenitor que cobre menos; aquí no suele plantearse ese
conflicto ya que en la mayoría de los casos será la mujer la que tenga menor sueldo. Y así volvemos al círculo
vicioso.
Por último, Lola oye hablar de las cuotas.
Ella es muy consciente de que tampoco son del todo justas; igual que ella, con
la misma aptitud que un hombre, no debe dejar de ser contratada por ser mujer,
tampoco un hombre igual de apto para el puesto debe dejar de ser empleado por
una imposición legal. Pero claro, no haría falta plantearse esta cuestión si la
igualdad fuera real.
Quizás una situación como la de Lola no
nos sorprenda; o quizás pensemos que esto ya no ocurre o es exagerado. En ambos
casos remitámonos a los datos del informe; no
son una invención, son una realidad. Es triste que a veces no nos
sorprenda, porque ya hemos asumido y aceptado que las cosas son así. Cuánta
necesidad hay de que las mujeres vuelvan
a salir a la calle para reivindicar sus derechos. Pero en pleno siglo XXI
esto no tiene sentido: ¿acaso han de
demostrar que son igual de válidas? No hay ninguna duda de que lo son. Ojalá
que el próximo día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, sea
la última vez que tengamos que reivindicar los mismos derechos laborales para
hombres y mujeres.
Sol Sepúlveda
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