EL LOBO ES UNA
ESPECIE EMBLEMÁTICA CUYA GESTIÓN TIENE FUERTES
IMPLICACIONES SOCIALES,
ECONÓMICAS Y MEDIOAMBIENTALES
Hoy en día todos los cazadores son conscientes que la
actividad de la caza no está en el mejor
momento ante la opinión pública. Todas las administraciones, empresas y
demás participantes lamentan, critican e intentan reconducir acciones y
actitudes lamentables que se producen en el sector cinegético. Una de las
mayores polémicas de nuestro tiempo es el caza del lobo, el mayor depredador en
la Península Ibérica, cazado como trofeo y para proteger el ganado.
Los daños que los lobos hacen a la ganaderías, sobre todo en el norte de
España (que es donde hay más densidad), no se producen por falta de presas
silvestres sino por la propia vulnerabilidad fruto de la domesticación. Además,
hay que sumarle la predación múltiple (matar más presas de las que puede comer)
una característica habitual de la especie. Todo ello hace que la especie sea
muy conflictiva en áreas pobladas y donde la ganadería constituye un importante
recurso económico.
En las grandes extensiones naturales, como los Parques
Nacionales, la aceptación y tolerancia
de las sociedades que conviven con el lobo son fundamentales para su
conservación. Está aceptación suele ser mayor en zonas urbanas o en
sociedades que nada tienen que ver con el mundo rural, donde el lobo no es un
problema y es visto como un animal perseguido hasta la muerte. La gente siente
compasión por estos animales y se olvida del sufrimiento de las personas que
cuidan su ganado como única fuente de ingreso y alimentación.
En algunas comunidades autónomas la única estrategia que hay para la conservación del lobo son los
seguros. Con algunos programas de protección, los ganaderos son compensados
financieramente en caso de que haya perdido ganado a causa de los lobos, aunque
algunos intenten
conseguirlo de forma fraudulenta. De
esta forma no se tienen que matar a los lobos ya que estos programas costean
todos los daños que hacen. Aunque algunos creen que esto
empeora la situación pues los lobos volverán a estos lugares una y otra vez.
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Ataque de un lobo. Primer día hiere, segundo mata. |
El exceso de simpatía con los lobos por parte de algunos
ecologistas o gente ignorante, no ayudan a mejorar la relación lobo-ganadero y
lo único que hace es aumentar la ignorancia y el odio, como se puede apreciar
en el caso de las
decapitaciones de lobos en Asturias. Otro caso, sería la pésima
gestión del gobierno de Cantabria, donde la administración persigue a la
especie. Se organizan
cacerías autorizadas por la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación en las que se emplean cohetes,
un acto denunciado por ASCEL (Asociación para la Conservación y el Estudio del
Lobo Ibérico).
El lobo es una pieza clave para la biodiversidad y además favorece el equilibrio de los ecosistemas. Su exterminio tiene un
efecto en cascada (da ahí que algunos hablen de cascada trófica, Sustainable Man)
que afecta al entorno, como Parques Naturales o ciertas zonas de España con
superpoblación de corzos, ciervos y jabalíes.
La convivencia con el
lobo es posible, sólo hay que adoptar prácticas ya olvidadas como recoger
el ganado o usar perros y burros para protegerlo. Además se deberían de dar las
ayudas a priori, con un fin preventivo y así dotar al ganadero de las
herramientas adecuadas para proteger al rebaño y no dar compensaciones por los
ataques, pues en ese caso la Administración considerará que el ganadero ha
debido protegerse bien con las ayudas recibidas y, si hay incidencias luego, se
deben a una mala gestión de los recursos recibidos. De esta manera se evitaría
cazarlo por odio y futuros fraudes en las ayudas.
Antonio Gil-Delgado