LA RESPUESTA CORRECTA SERÍA CONVERTIR A ESPAÑA EN UN
LUGAR ATRACTIVO, QUE PROMOVIESE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
Y PERMITIESE QUE LOS PATRIMONIOS ASPIRARAN A RESIDIR EN ELLA
“If you can't win them join them”, El arte de la guerra, Sun Tzu
Mucho se ha hablado -y se seguirá
hablando- sobre los famosos Panama Papers a raíz de las investigaciones que se
han publicado semanalmente tanto por medios de índole nacional
(El Confidencial y La Sexta), como internacional (The Guardian,
Süddeutsche Zeitung, etc.). Sin embargo, poco o nada se ha reflexionado
sobre del origen de aquello que nos ha traído hasta aquí, de aquello que ha
alentado a determinadas personas a arriesgarlo todo. No solo su patrimonio, sino también
su imagen. Esa que si se daña, provoca que se cuestione su presente, pasado
y futuro.
Si cualquiera echa un vistazo a la prensa,
tanto online como escrita, todos los medios están centrados en desenmascarar a
“famosos”, de medio o gran pelo, pero famosos. Pilar de Borbón, Rodrigo Rato,
Miguel Blesa, Felipe González, José Manuel Soria... Pero, alguien se ha parado
a pensar: ¿por qué lo hicieron?
La respuesta a esa pregunta no es fácil, y
nunca lo sabremos. Sin embargo, podemos intentar aproximarnos al por qué.
Para poder analizar el motivo, primero
debemos saber qué es una sociedad “offshore” y para qué se utiliza. Se llama
“offshore” a cualquier sociedad creada según las leyes de un Estado extranjero
y cuya actividad se realiza fuera de la jurisdicción en la que está registrada.
Por ello, se suele relacionar el término a compañías creadas en un paraíso
fiscal donde no llevan a cabo ninguna actividad sino que aprovechan las ventas
fiscales y el secretísimo de la jurisdicción. Su principal utilidad será la de
acumular patrimonio -lícito o ilícito-, evitando la tributación.
En segundo lugar, es importante conocer
que no es sencillo establecer una sociedad “offshore” en otro país sin un
intermediario, es necesario un extenso conocimiento de las leyes fiscales de
los países y poseer una amplia experiencia. Por tanto, se requiere de empresas
especializadas o personas que han trabajado en sectores como la banca, las finanzas,
la abogacía, etc.
El español medio trabaja medio año para pagar impuestos |
.
En tercer, y último lugar, existe un
denominador común en las declaraciones y justificaciones de los “afortunados”
que han sido portada de los medios: Se montó una sociedad en ese país porque lo
recomendó mi asesor financiero, mi auditor, etc. Es una manera lícita de
acumular patrimonio y tributar lo mínimo posible.
La clave del análisis y que puede
ayudarnos a obtener una respuesta a la cuestión inicial reside en esto último:
“tributar lo mínimo posible”. Coincidirán conmigo en que pocos hay que estén
orgullosos de que le cobren impuestos, sobre todo cuando el afán recaudador del
Estado no cesa, y usted ve cómo trabaja prácticamente medio año para pagar impuestos
(calcule qué día del año deja de trabajar para el beneficio del Estado con la calculadora
de Think Tank Civismo). ¿Acaso ha pensado usted que en el caso de que ingresase
ingentes cantidades de dinero, fruto de su esfuerzo, más de la mitad del dinero
obtenido anualmente iría a las arcas de Estado?
A la mayoría de los “desenmascarados” no
se les acusa de obtener dinero ilícito y ocultarlo, se le acusa de poseer
cuentas en otros países y evadir el pago de impuestos. No se cuestiona si el
dinero proviene de sus empresas o de si es resultado del tráfico de armas o drogas,
no. Se cuestiona la tributación del dinero. Dinero que probablemente no habría
ido a parar a paraísos fiscales si la tributación hubiese sido baja. en España
¿Merecería la pena arriesgarse a dañar para siempre la imagen de uno mismo por
un pequeño ahorro? Algunos pensarán que sí, pero la mayoría opinarán que no.
Con esta reflexión no se quiere justificar
al lector las acciones de algunos, sino hacerle pensar sobre qué ha facilitado
su origen. ¿Se ha planteado usted que quizás vivamos en un infierno fiscal? (Algunos
piensan que sí). De ser así, ¿habría solución? Sí, poner a dieta al Estado.
Aplicarle un régimen que lo hiciera sostenible, disminuyendo los impuestos y permitiendo
a sus ciudadanos disfrutar del fruto de su trabajo. La respuesta correcta no sería convertir
a España en un paraíso fiscal, sino reducir los niveles de tipos impositivos, convirtiéndola
en un lugar atractivo, que promoviese la actividad económica y permitiese que
los patrimonios aspiraran a residir en ella.
Gonzalo Bonelo
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