LAS MODAS PASAN LAS FRONTERAS DEL MERCADO
TEXTIL Y LLEGAN A LA
ALIMENTACIÓN, ENFRENTADO ECONOMÍA, NUTRICIÓN Y MEDIO
AMBIENTE
Últimamente, los hábitos saludables, los
regímenes, las dietas sanas y la alimentación equilibrada están a la orden del
día. Resulta que, a pesar de la “crisis”, la gente presta atención a aquellos
productos agropecuarios que consumen, así como su calidad o caracteres
nutritivos.
Hablemos de la agricultura tradicional, cuyas bases van de
boca en boca, sin que se tengan claros algunos de sus conceptos y comparémoslos
con la tan preciada agricultura ecológica
que hoy en día todo el mundo quiere en su mesa.
Un hecho irrefutable es que hay un rápido
crecimiento de la población que demanda un suministro alimentario, al que se
puede dar respuesta con una mayor producción agraria. Se prevé que la demanda
mundial de productos alimenticios se duplicará en la segunda mitad del siglo
XXI. Dentro de este marco hay dos opciones: aumentar la producción o aumentar
el terreno cultivable. Respecto a la primera, la agricultura ecológica no tiene
cabida pues sus rendimientos son muy bajos; y en la segunda, aumentaría el
costo aún más junto con la mano de obra, haciendo sus productos más caros e
inaccesibles.
La agroecología, (agricultura ecológica que
tiene en cuenta un contexto social y económico) siempre ha sido una iniciativa de
la izquierda respaldada por subvenciones, que suponen un abaratamiento de los
gastos en desarrollo del producto, pues sin ellas, los inicios de la producción
así como la continuación de ésta, serían muy costosos. Por ejemplo, el tomate ecológico se vende
casi un 50% más caro que el convencional, lo que supone una mayor
inseguridad alimentaria para la población. Los productos ecológicos no son más
caros por ser mejores, sino que lo son porque la producción de los alimentos se
basa en el uso de métodos obsoletos propios de la Edad Media, que son los que
autoriza la agricultura ecológica (aunque a veces los certificados de regulación ecológica
sean de dudosa validez), que inevitablemente conducirán a las
consecuencias negativas de la ley de los rendimientos
decrecientes.
Muchas personas, en su ignorancia,
piensan que los productos ecológicos son mejores, pero tanto productos
convencionales como ecológicos pasan unos controles de sanidad y calidad. La
agricultura ecológica cumple las normativas sin priorizar el volumen de
producción ¿Se podría alimentar a 7 mil millones de personas?
En 2015 se celebró la EXPO de Milán, de
la que surge el Pacto de Política Alimentaria Urbana (Urban Food Policy Pact).
Este consiste en implantar agroecología en las ciudades, desarrollando sistemas
alimentarios sostenibles y asegurando una alimentación sana y accesible a todos
y, al mismo tiempo, adaptarse al cambio climático. Muchos se han unido a esta
causa como Ada Colau, Ahora
Madrid, el ayuntamiento de Bilbao
y casi toda Europa entera.
El mercado global de alimentos ecológicos
supera los 50 mil millones de dólares (US). Y es que a pesar de la crisis,
desde 2005, el volumen de negocio de este mercado se incrementa cada vez más.
Según la revista Actualidad Ecológica, Europa
concentra el 51% del mercado global de alimentos ecológicos, en Estados Unidos
el 46% y apenas un 3% de estas producciones se comercializan en otros lugares.
Ellos mismos dan a entender que la agricultura ecológica da como resultado
productos exclusivos, gourmet, propios de los países desarrollados y la cual se
intenta estandarizar. De esta manera se desbanca al tercer mundo donde la
agricultura es ecológica, no porque sea más saludable o respetable con el medio
ambiente, sino porque carecen de los conocimientos y la tecnología necesarios para un
agricultura extensiva. Así la agricultura ecológica traiciona sus principios: el
comercio justo y socialmente accesible.
.
Fuente: Actualidad Ecológica |
.
Implantar la agricultura ecológica como modelo disminuiría la producción, aumentarían los precios y, por ende, los alimentos no serían accesibles a todo el mundo. Al no poder aumentar la productividad por hectárea habría que aumentar las zonas de cultivo, lo que supondría la destrucción de otras áreas (talar bosques para adaptarlas al cultivo), por tanto ya no es respetuoso con el medio ambiente.
Para concluir diré que la agricultura convencional tampoco es la mejor opción, pues a largo plazo no es sostenible y puede llegar a contaminar el suelo y el agua por el excesivo uso de fitosanitarios, pero a largo plazo la agricultura ecológica no es viable ni sostenible. Si no se puede alimentar al mundo con producciones convencionales, con producciones ecológicas, que tienen menores rendimientos, está claro que no, aunque la alimentación mundial es un problema más político y de intereses económicos. Es verdad que a veces se han hecho practicas abusivas, pero la ciencia y la tecnología evolucionan y se optimizan los procesos a la vez que se respeta más el medio ambiente.
Antonio Gil-Delgado
No hay comentarios:
Publicar un comentario